martes, 12 de noviembre de 2013

EL GATO PARDO RECOMIENDA...


Hoy os hago otra recomendación, el nuevo libro de Milagro Gabriel que podéis comprar en la Nueva Editora Digital.

 ¡¡Te deseo mucho éxito con este nuevo libro, Milagro!!

 
Una pantera joven y un lobo con experiencia.
Ambos se encuentran bajo el influjo de una noche de luna. Los instintos toman el control llevándolos al frenesí del apareamiento.
Después del placer, para ellos viene la ineludible prueba que demostrará si merecen o no el regalo que el destino les ha dado.
 

 
  Capítulo 1
La joven pantera negra caminaba con la cola al viento moviéndola de un modo despreocupado, uno que solo un felino puede hacer. El día había sido infernalmente caliente, así que la noche presentaba una brisa fresca que hacía más llevadero el verano. La manada entera había salido de paseo. El bosque era propiedad de la manada de lobos, los felinos eran animales de ciudad, pero en ocasiones necesitaban estirar las patas. La abuela, una gata vieja y testaruda les había metido en la cabeza de lo fantástico que sería ir al campo. Por un módico precio se les había permitido vagabundear, todo el fin de semana por los paisajes agrestes.
Tommy se había separado del resto, recién había cumplido sus veinticinco años, ya era un cachorro grande, no necesitaba la constante vigilancia de sus hermanos mayores que, en ocasiones, eran una gran y contundente patada en el culo. Aprovechando su recién adquirida independencia caminó junto al cauce del río.
La luna llena brillaba en lo alto del cielo reinando sobre los bosques. Por ser un gatito joven todavía no superaba ese asunto de perseguir cualquier cosa que se moviera y la curiosidad era precisamente la que había matado al gato.
De un salto subió a una roca de al menos metro y medio de alto, que estaba enterrada junto al río; la vista era hermosa, moviendo la cola se echó sobre sus patas. Era un gatito feliz, la abuela le había dado un enorme tazón de leche y su padre había asado un buen filete de carne cocinada en un término medio jugoso. Recostando la cabeza en sus patas delanteras balanceó su cola de un lado a otro. Sus hermanos siempre bromeaban diciendo que tenía una cola hiperactiva, en ocasiones hasta se atrevían comentar quela movía aun estando dormido.
Un conejo gris saltó entre la hierba llamando la atencióndel felino; Parándose en sus patas delanteras observó al pequeño animalillo tentarlo, lamiéndose el hocico con la pequeña lengua rosa sintió como todos sus instintos básicos despertaban. Iba a cazar, bajó las orejas, tensó la cola y saltó sobre la tierra húmeda; las almohadillas de las patas amortizaron el sonido de sus pasos entre la hierba, los ojos verdes brillaban permitiéndole ver aún   en lo más oscuro bajo los árboles.
El inocente roedor comía tranquilamente algunos brotes de hierba, sin sospechar la enorme sombra depredadora que vigilaba cada uno de sus movimientos. Tommy nunca había perseguido a una presa viva, el felino se sentía lleno pero quería jugar. Preparado para una emboscada se agachó hasta pegar el pecho a tierra, luego impulsándose en sus patas traseras cayó justo en el lugar en el que el conejo había estado comiendo. El animalillo corrió algunos metros y luego se paró en sus patas olisqueando el aire. El maldito roedor parecía que se estaba burlando.
El pelo del lomo se erizó, un gruñido salió desde lo profundo del pecho, ese ratón sobre-engordado iba a saber de primera mano qué era meterse con un felino cambia formas; mostrando los filosos dientes lo amenazó, el animalillo le dio la espalda y hasta se atrevió a mordisquear una ramita que estaba cerca.
Esa mínima provocación fue lo único que necesitó para comenzar la loca carrera. Habría conejo para el desayuno o él acabaría limpiando las habitaciones de sus hermanos por ser tan inútil.
El conejo no se la puso fácil, ambos corrieron desenfrenadamente saltando y esquivando enormes troncos. Uno corría por su vida y el otro por su honra. La persecución era encarnizada, en más de una ocasión tuvo al animalillo tan cerca que sus garras quedaron con algunos pelitos blancos.
El roedor corrió junto al río, en cinco hábiles saltos cayó en la horilla opuesta, Tommy ya no estaba en sus cabales, olvidando cualquier advertencia fue tras el infractor.
Poco después tenía a la bolita de pelos atrapada contra unas rocas, estaba justo por caerle encima cuando sintió que alguien o algo le observaba; los pelos de la nuca se le erizaron, dejando ir al conejo comenzó a observarlos alrededores.
Su corazón felino se encogió, levantando la cabeza trató de encontrar en el aire la esencia de algo conocido. Nada, no había ninguna maldita cosa que le fuera familiar, los árboles formaban una muralla verde, la hierba alta no le permitía ver más allá de algunos metros. La luna llena era un enorme ojo plateado que fisgoneaba entre las ramas. Todos sus instintos le gritaban que tenía que volver con el resto de la manada.
Los aullidos de los lobos rompían el silencio de la noche, ahora sonaban más cerca que cuando estaba en el campamento.Un mal presentimiento lo golpeó como si una tonelada de ladrillos le hubiera caído encima. En su persecución había cruzado el río, el límite que impusieron los perros.
Bajando la cabeza comenzó hiperventilar, algo lo estaba observando y no podía encontrar desde dónde. De cazador había caído a la categoría de presa y no le gustaba para nada la sensación. Sacudiendo la cabeza decidió enfrentar como todo un felino lo que viniera; atrapado contra las rocas chilló mostrando los dientes, esperaba verse amenazante al arquear la espalda doblando su tamaño.
Un gruñido bajo llegó desde algún lugar frente a él. Tommy solo tenía una oportunidad y no la iba a desperdiciar. Tal vez si hubiera sido un felino tan experimentado como su padre o tan fiero como sus hermanos mayores, pero él era simplemente Tommy, el chico que no mataría una mosca, bueno, quizás solo a un conejo.
El sonido de las ramitas al romperse le advirtió que algo se acercaba y anunciaba su presencia a propósito. Con solo dos opciones, quedarse y morir dignamente o correr para pelear otro día, se decidió por la última. Por algo su padre le había enseñado a usar sus patas antes que las garras.
Un aullido profundo marcó la posición del lobo para el resto de la manada. La pantera se erizó sabiendo que probablemente no solo tendría que vérselas con un enormelobo,sino que tendría a todo un grupo listo para ajusticiarlo. Sin esperar más tiempo saltó lejos de las piedras que lo acorralaban y comenzó a correr tratando de encontrar el río que marcaba el límite permitido para las panteras por ese fin de semana.
Las garras filosas herían la tierra buscando aumentar el agarre, aunque no podía ver a su perseguidor sabía que lo tenía cerca. Estaba seguro de que era un animal grande por la manera en que la hierba era apartada.
Silencio.
Frenando de golpe se dedicó a escuchar. Podía ser una pantera de ciudad, pero sentía la noción de una emboscada cuando la sufría. Levantando su cara peluda olisqueó el aire. Nada parecía estar fuera de lugar, no llegaba hasta él el olor de algún depredador. Los árboles continuaban en su actitud indolente, una suave brisa movía las hojas que formaban el techo verde; ahora sí que estaba asustado, tratando de calmarse respiró profundo, estaba tan concentrado en escapar de su perseguidor que había acabado alejándose del río, ya ni siquiera podía escuchar el agua correr entre las piedras. Estaba en medio del territorio de los lobos, era carne muerta.
Sin saber adónde ir o qué hacer entró en pánico, su parte felina ya no estaba para escuchar las razones de la parte humana que insistía en buscar un lugar para esconderse. Con las garras extendidas para lograr mejor tracción escapó hacia ninguna parte, solo quería alejarse, regresar a casa.
Y allí está.
Un enorme lobo gris salió de entre la maleza. Estaba en franca carrera tras el gatito desgastado; Tommy ya no podía más, era rápido y ágil, pero su cuerpo había llegado al límite. Antes de poder tener cualquier tipo de reacción sintió el enorme peso de su perseguidor aplastarlo contra la hierba.
Soy gato muerto.
Tommy ya pudo sentir las enormes fauces del lobo alrededor de su cuello peludo, sería fácil para ese enorme animal romperlo como si fuera una ramita. Temblando se quedó quieto con la cabeza entre sus patas delanteras, podía tener las de perder, pero no rebajaría a la manada felina suplicando por su vida.
Una enorme lengua comenzó a lamer desde el cuello hasta llegar a sus orejas felinas causándole escalofríos. El lobo lo cubría con su enorme cuerpo impidiéndole cualquier movimiento. Para cualquier ojo no entrenado era simplemente un gran perro descansando en una noche de luna.
Para total consternación de Tommy se encontró a sí mismo ronroneando encantado por lo que ese enorme perro le estaba haciendo con la lengua. Soy  una pantera negra, trató de convencerse a sí mismo, debo de tener algo de dignidad. Las cosas solo empeoraron cuando el chucho comenzó a restregar el vientre sobre la espalda de Tommy, lo estaba marcando y él no podía hacer nada al respecto. Iba a oler a perro por días si ese animal confianzudo no se detenía.
Concentrando la fuerza en las patas trató de ponerse de pie sin lograr nada. El lobo no le iba permitir ir a ninguna parte. Del miedo pasó a sentirse enfadado, luego comenzó a sentirse raro. Tenía mucho calor y no era el clima del verano ni la gran manta térmica peluda que tenía encima, era un calor que le venía desdedentro. Si no podía ir a ninguna parte al menos aprovecharía que le estaban limpiando la piel negra concienzudamente. Ese lobo era un experto, de seguro fue gato en otra vida.
Con esos interesantes pensamientos se dejó hacer, podía ser joven pero no era estúpido; de todos modos, no era como que pudiera levantarse y salir corriendo de allí. Cerró los ojos, relajó el cuerpo, tenía deseos de balancear la cola, lástima que estuviera prensada entre los dos cuerpos.
Unas manos grandes recorrieron su costado, manos de hombre; el peso que tenía sobre sí había cambiado significativamente, aunque seguía siendo lo suficiente para mantenerlo fijo contra el suelo. A lo lejos escuchó los aullidos de la manada, la luna plateada reinaba sobre la noche del bosque y el felino se sentía como el gato en una fiesta de sillas mecedoras.
—¡Cambia!—La orden llegó fuerte y clara desde el hombre sobre él. Antes de que pudiera detenerse a razonar la situación, se encontró obedeciendo.
La piel suave y peluda de la pantera cambio por una lampiña y de delicioso color chocolate.
—Eres una hermosa presa —sentencio la voz del lobo, baja y profunda—. Digna de un lobo hambriento
Tommy quiso levantar la cabeza para ver a su captor, pero un brazo fuerte se lo impidió.
—Déjame ir —exigió la pantera tratando de darle cierta dureza a la voz, sin lograrlo—. Mi manada me espera del otro lado del río.
Una risa ronca vibró en el pecho tibio a su espalda.
—Ese es exactamente el problema, estás de este lado del río. Nadie entra a nuestro territorio sin estar dispuesto a recibir un merecido castigo.
El miedo comenzó a invadir cada célula del cuerpo de Tommy.
—¿Qué me harás?
Una mano grande recorrió su costado y llego a la cadera apretándola.
—Tengo el castigo perfecto para ti… sé cómo vas a pagarme por haber invadido mi territorio.
Algo muy distinto del miedo tensó el cuerpo de la pantera, el hombre a su espalda se bajó quedando acostado de lado. Tommy estaba tan asustado que no podía moverse, cuando lo único que tenía sobre su espalda era una mano grande que la recorría desde la nuca hasta el comienzo de la curva de su trasero.
Tommy seguía acostado con la mejilla pegada al suelo y las manos a los costados de su cabeza. Un temblor recorrió su cuerpo, se sentía tan caliente que comparado con él, el infierno era una nevera. Desnudo sobre su vientre, el pene duro se friccionaba contra la hierba.
—¿Cuándo fue tu primer cambio?—La voz ronca del hombre junto a él preguntó.
—Hace menos de un año —jadeó cuando el hombre plantó un golpe con la mano abierta en el trasero redondo—. Lo juro.
—Más te vale —gruñó el hombre—. No me gusta que me mientan… eres demasiado joven, pero es hora de que te hagas responsable de tus actos.
Tommy decidió que era el momento de correr. «Nunca huyas de un lobo a menos que estés seguro de que puedes escapar», le había advertido su padre en una ocasión. Aprovechando que el lobo parecía encantado frotando los globos de su trasero; sin tiempo para cambiar, se puso de pie y corrió tan rápido como su cuerpo humano se lo permitió.
En su escape pudo escuchar claramente el aullido furioso del cambia formas a su espalda, estaba seguro que el chucho no lo dejaría escapar; la luna era ahora un disco enorme entre los árboles, era simplemente algo difícil de ignorar. Jadeando saltó sobre un tronco podrido, esquivó los enormes árboles, sus pies desnudos se resbalaron un par de veces, no estaban hechos para ese tipo de terreno.
Tommy simplemente no entendía cómo podía llegar a complicarse tanto un perfecto día de verano. Un paseo familiar se había convertido en una carrera por su vida; lo peor, era que el resto de la manada consideraba que estaba durmiendo en su tienda de campaña y no perdido en medio de ninguna parte, escapando de un enorme canino furioso.
Jadeando se sostuvo de un tronco, las piernas le pesaban como dos plomos, se dejó caer sobre el suelo sintiendo a la enorme bestia que caía sobre él, un gruñido profundo y salvaje lleno el aire. Estaba atrapado.
Bajo la sombra de un gran árbol, que convertía la noche en una tumba, fue puesto con la espalda sobre el suelo. El lobo estaba nuevamente en su forma humana, debía medir por lo menos dos metros de alto como hombre, el cabello largo y rubio le caía hasta los hombros, unos ojos dorados le miraban airados.
—Eres mío —sentenció con voz rasposa sentándose sobre la cadera de Tommy—¡Mío!
En ese momento la pantera supo que su destino estaba sellado, la enorme erección del lobo hombre que presionaba su vientre era clara pista de cuál sería su castigo. Siendo el menor de una familia de nueve hijos siempre había sido protegido, una vez se había escapado con un amigo de la escuela, su hermano mayor lo descubrió cuando por fin iba a recibir su primer beso. Ahora lo que nunca había entregado sería tomado por la fuerza.
Los grandes ojos verdes de Tommy miraban a su captor suplicando en silencio lo liberara.Su piel color chocolate contrastaba con el dorado de guerrero sobre él. El humano en él estaba aterrado, extrañamente la pantera estaba simplemente curiosa.
—Déjame ir —susurró Tommy—. Por favor… —se mordió los labios. El hombre podía tomar su inocencia, pero jamás lo sabría por su boca, jamás.
Una mano grande recorrió su quijada, un gruñido animal resonó en el pecho del hombre sobre él. A través de los ojos dorados pudo ver al lobo que observaba atentamente a su presa. Tommy estaba seguro que de haberse topado a su enemigo en un club nocturno o en la calle, lo habría perseguido babeando. Una lástima.
El lobo cambia formas bajó su rostro hasta quedar a milímetros de la boca de Tommy, buscando un beso. El hombre más pequeño apartó el rostro. Lagrimas brillaban en los ojos verdes de la pantera.
—Has lo que te dé la gana.
Una sonrisa cruel se dibujó en el duro rostro masculino.
—Eso es precisamente lo que voy a hacer, pequeño gatito.
Tommy apretó los labios negándose a sí mismo la opción de suplicar. Era un hombre, no un cachorro, actuaría en consecuencia.
Una lengua húmeda y tibia recorrió su quijada hasta llegar al lóbulo de su oreja causando un estremecimiento que llegó hasta la base de su polla, luchando para no tocar el suave cabello del lobo hombre puso las manos a cada lado de su cabeza cerrándolas en un puño hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
—Sabes tan bien —comentó el desconocido acariciando sus costillas mientras la boca asaltaba una de sus tetillas haciendo que Tommy arquera la espalda—¿Quién se hubiera imaginado que los estirados felinos fueran tan putas?
—¡Aaaah! —Jadeó Tommy al sentir el pellizco cruel en el pezón que era torturado por la lengua y los dientes del can—¡Déjame!
—Tu boca me pide una cosa —se burló el lobo lamiendo su camino vientre a bajo—. Mientras tu pene llora por falta de atención.
Tommy estuvo seguro de una cosa, jamás había deseado tanto y odiado hasta el punto del dolor a otro ser vivo.
—¡Te odio!—chilló cuando sintió los labios alrededor de su pene.
—Lo noto —comentó el enorme guerrero entre sus piernas mientras se tragaba la erección de un sorprendido Tommy. Metiendo un dedo grueso en el culo apretado del hombre más pequeño comenzó con su dulce ataque a la próstata.
Un gruñido felino rasgó el velo de la noche cuando después de unos cuantos lametazos se corrió duro en la boca del hombre mientras ya tenía dos dedos excavando dentro de él.
—¡Ahhhh! —gritó Tommy cuando volvió a ser consciente de sí mismo después de los espasmos de su primer y real orgasmo; estaba sobre sus manos y rodillas, con el culo al aire. Antes de que pudiera protestar sintió como el enorme eje se introducía en él hasta las bolas sin ninguna otra preparación.
—¡Noooo! —el ardor fue tan intenso que pensó que se desmayaría, ese hombre era tan grande como un caballo. Arañando la tierra con sus garras extendidas comenzó a arrancar la hierba desde la raíz al tratar de escapar nuevamente.
A lo lejos aullidos y gruñidos de lobos se escuchaban desde la espesura a unos cuantos kilómetros, al parecer estaban en su propia fiesta. La luna, diosa de los lobos ejercía toda su influencia sobre los cambia formas llevando a las criaturas hasta un frenesí por encontrar a su pareja destinada.
Los constantes golpes en su próstata estaban acabando con la cordura de Tommy. Estaba siendo tomado duro y sin ningún tipo de contemplación. No sabía si suplicar que se detuviera o que siguiera follándolo hasta llevarlo a la estratosfera.
Justo cuando sus bolas se estaban pegando a su cuerpo, listas para desovar su semilla. El hombre más grande a su espalda se vino fuerte dentro del apretado culo sin importarle en lo más mínimo la condición precaria de Tommy. Antes de que el nudo se formara y aun destilando semen el hombre se retiró abandonando a la joven pantera a su suerte en medio de la espesura del bosque.

3 comentarios:

  1. Mis mejores deseos para Milagro Gabriel, es una gran escritora y se merece todo lo mejor.
    Enhorabuena por la publicación de su libro.
    Besoss

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  2. Hola, como siempre gracias por la recomendación!!! Besos y abrazos

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  3. Minu gracias por la recomendación, felicidades a Milagro te deseo que te vaya fantastico con el libro.
    besos

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