Hoy os hago otra recomendación, el nuevo libro de Milagro Gabriel que podéis comprar en la Nueva Editora Digital.
¡¡Te deseo mucho éxito con este nuevo libro, Milagro!!
Una pantera joven y un lobo con experiencia.
Ambos se encuentran bajo el influjo de una noche de luna. Los instintos toman el control llevándolos al frenesí del apareamiento.
Después del placer, para ellos viene la ineludible prueba que demostrará si merecen o no el regalo que el destino les ha dado.
Capítulo 1
La joven pantera negra caminaba con la cola al
viento moviéndola de un modo despreocupado, uno que solo un felino puede hacer.
El día había sido infernalmente caliente, así que la noche presentaba una brisa
fresca que hacía más llevadero el verano. La manada entera había salido de
paseo. El bosque era propiedad de la manada de lobos, los felinos eran animales
de ciudad, pero en ocasiones necesitaban estirar las patas. La abuela, una gata
vieja y testaruda les había metido en la cabeza de lo fantástico que sería ir
al campo. Por un módico precio se les había permitido vagabundear, todo el fin
de semana por los paisajes agrestes.
Tommy se había separado del resto, recién había
cumplido sus veinticinco años, ya era un cachorro grande, no necesitaba la
constante vigilancia de sus hermanos mayores que, en ocasiones, eran una gran y
contundente patada en el culo. Aprovechando su recién adquirida independencia
caminó junto al cauce del río.
La luna llena brillaba en lo alto del cielo reinando
sobre los bosques. Por ser un gatito joven todavía no superaba ese asunto de
perseguir cualquier cosa que se moviera y la curiosidad era precisamente la que
había matado al gato.
De un salto subió a una roca de al menos metro y
medio de alto, que estaba enterrada junto al río; la vista era hermosa,
moviendo la cola se echó sobre sus patas. Era un gatito feliz, la abuela le
había dado un enorme tazón de leche y su padre había asado un buen filete de
carne cocinada en un término medio jugoso. Recostando la cabeza en sus patas
delanteras balanceó su cola de un lado a otro. Sus hermanos siempre bromeaban
diciendo que tenía una cola hiperactiva, en ocasiones hasta se atrevían
comentar quela movía aun estando dormido.
Un conejo gris saltó entre la hierba llamando la
atencióndel felino; Parándose en sus patas delanteras observó al pequeño
animalillo tentarlo, lamiéndose el hocico con la pequeña lengua rosa sintió
como todos sus instintos básicos despertaban. Iba a cazar, bajó las orejas,
tensó la cola y saltó sobre la tierra húmeda; las almohadillas de las patas
amortizaron el sonido de sus pasos entre la hierba, los ojos verdes brillaban permitiéndole
ver aún en lo más oscuro bajo los
árboles.
El inocente roedor comía tranquilamente algunos
brotes de hierba, sin sospechar la enorme sombra depredadora que vigilaba cada
uno de sus movimientos. Tommy nunca había perseguido a una presa viva, el
felino se sentía lleno pero quería jugar. Preparado para una emboscada se
agachó hasta pegar el pecho a tierra, luego impulsándose en sus patas traseras
cayó justo en el lugar en el que el conejo había estado comiendo. El animalillo
corrió algunos metros y luego se paró en sus patas olisqueando el aire. El
maldito roedor parecía que se estaba burlando.
El pelo del lomo se erizó, un gruñido salió desde lo
profundo del pecho, ese ratón sobre-engordado iba a saber de primera mano qué
era meterse con un felino cambia formas; mostrando los filosos dientes lo
amenazó, el animalillo le dio la espalda y hasta se atrevió a mordisquear una
ramita que estaba cerca.
Esa mínima provocación fue lo único que necesitó
para comenzar la loca carrera. Habría conejo para el desayuno o él acabaría
limpiando las habitaciones de sus hermanos por ser tan inútil.
El conejo no se la puso fácil, ambos corrieron
desenfrenadamente saltando y esquivando enormes troncos. Uno corría por su vida
y el otro por su honra. La persecución era encarnizada, en más de una ocasión
tuvo al animalillo tan cerca que sus garras quedaron con algunos pelitos
blancos.
El roedor corrió junto al río, en cinco hábiles
saltos cayó en la horilla opuesta, Tommy ya no estaba en sus cabales, olvidando
cualquier advertencia fue tras el infractor.
Poco después tenía a la bolita de pelos atrapada contra
unas rocas, estaba justo por caerle encima cuando sintió que alguien o algo le
observaba; los pelos de la nuca se le erizaron, dejando ir al conejo comenzó a
observarlos alrededores.
Su corazón felino se encogió, levantando la cabeza
trató de encontrar en el aire la esencia de algo conocido. Nada, no había
ninguna maldita cosa que le fuera familiar, los árboles formaban una muralla
verde, la hierba alta no le permitía ver más allá de algunos metros. La luna
llena era un enorme ojo plateado que fisgoneaba entre las ramas. Todos sus
instintos le gritaban que tenía que volver con el resto de la manada.
Los aullidos de los lobos rompían el silencio de la
noche, ahora sonaban más cerca que cuando estaba en el campamento.Un mal
presentimiento lo golpeó como si una tonelada de ladrillos le hubiera caído
encima. En su persecución había cruzado el río, el límite que impusieron los
perros.
Bajando la cabeza comenzó hiperventilar, algo lo
estaba observando y no podía encontrar desde dónde. De cazador había caído a la
categoría de presa y no le gustaba para nada la sensación. Sacudiendo la cabeza
decidió enfrentar como todo un felino lo que viniera; atrapado contra las rocas
chilló mostrando los dientes, esperaba verse amenazante al arquear la espalda
doblando su tamaño.
Un gruñido bajo llegó desde algún lugar frente a él.
Tommy solo tenía una oportunidad y no la iba a desperdiciar. Tal vez si hubiera
sido un felino tan experimentado como su padre o tan fiero como sus hermanos
mayores, pero él era simplemente Tommy, el chico que no mataría una mosca,
bueno, quizás solo a un conejo.
El sonido de las ramitas al romperse le advirtió que
algo se acercaba y anunciaba su presencia a propósito. Con solo dos opciones,
quedarse y morir dignamente o correr para pelear otro día, se decidió por la
última. Por algo su padre le había enseñado a usar sus patas antes que las
garras.
Un aullido profundo marcó la posición del lobo para
el resto de la manada. La pantera se erizó sabiendo que probablemente no solo
tendría que vérselas con un enormelobo,sino que tendría a todo un grupo listo
para ajusticiarlo. Sin esperar más tiempo saltó lejos de las piedras que lo
acorralaban y comenzó a correr tratando de encontrar el río que marcaba el
límite permitido para las panteras por ese fin de semana.
Las garras filosas herían la tierra buscando
aumentar el agarre, aunque no podía ver a su perseguidor sabía que lo tenía
cerca. Estaba seguro de que era un animal grande por la manera en que la hierba
era apartada.
Silencio.
Frenando de golpe se dedicó a escuchar. Podía ser
una pantera de ciudad, pero sentía la noción de una emboscada cuando la sufría.
Levantando su cara peluda olisqueó el aire. Nada parecía estar fuera de lugar,
no llegaba hasta él el olor de algún depredador. Los árboles continuaban en su
actitud indolente, una suave brisa movía las hojas que formaban el techo verde;
ahora sí que estaba asustado, tratando de calmarse respiró profundo, estaba tan
concentrado en escapar de su perseguidor que había acabado alejándose del río,
ya ni siquiera podía escuchar el agua correr entre las piedras. Estaba en medio
del territorio de los lobos, era carne muerta.
Sin saber adónde ir o qué hacer entró en pánico, su
parte felina ya no estaba para escuchar las razones de la parte humana que
insistía en buscar un lugar para esconderse. Con las garras extendidas para
lograr mejor tracción escapó hacia ninguna parte, solo quería alejarse,
regresar a casa.
Y allí está.
Un enorme lobo gris salió de entre la maleza. Estaba
en franca carrera tras el gatito desgastado; Tommy ya no podía más, era rápido
y ágil, pero su cuerpo había llegado al límite. Antes de poder tener cualquier
tipo de reacción sintió el enorme peso de su perseguidor aplastarlo contra la
hierba.
Soy gato muerto.
Tommy ya pudo sentir las enormes fauces del lobo
alrededor de su cuello peludo, sería fácil para ese enorme animal romperlo como
si fuera una ramita. Temblando se quedó quieto con la cabeza entre sus patas
delanteras, podía tener las de perder, pero no rebajaría a la manada felina
suplicando por su vida.
Una enorme lengua comenzó a lamer desde el cuello
hasta llegar a sus orejas felinas causándole escalofríos. El lobo lo cubría con
su enorme cuerpo impidiéndole cualquier movimiento. Para cualquier ojo no
entrenado era simplemente un gran perro descansando en una noche de luna.
Para total consternación de Tommy se encontró a sí
mismo ronroneando encantado por lo que ese enorme perro le estaba haciendo con
la lengua. Soy una pantera negra, trató de convencerse a
sí mismo, debo de tener algo de dignidad.
Las cosas solo empeoraron cuando el chucho comenzó a restregar el vientre sobre
la espalda de Tommy, lo estaba marcando y él no podía hacer nada al respecto.
Iba a oler a perro por días si ese animal confianzudo no se detenía.
Concentrando la fuerza en las patas trató de ponerse
de pie sin lograr nada. El lobo no le iba permitir ir a ninguna parte. Del
miedo pasó a sentirse enfadado, luego comenzó a sentirse raro. Tenía mucho
calor y no era el clima del verano ni la gran manta térmica peluda que tenía
encima, era un calor que le venía desdedentro. Si no podía ir a ninguna parte
al menos aprovecharía que le estaban limpiando la piel negra concienzudamente.
Ese lobo era un experto, de seguro fue gato en otra vida.
Con esos interesantes pensamientos se dejó hacer,
podía ser joven pero no era estúpido; de todos modos, no era como que pudiera
levantarse y salir corriendo de allí. Cerró los ojos, relajó el cuerpo, tenía
deseos de balancear la cola, lástima que estuviera prensada entre los dos
cuerpos.
Unas manos grandes recorrieron su costado, manos de
hombre; el peso que tenía sobre sí había cambiado significativamente, aunque
seguía siendo lo suficiente para mantenerlo fijo contra el suelo. A lo lejos
escuchó los aullidos de la manada, la luna plateada reinaba sobre la noche del
bosque y el felino se sentía como el gato en una fiesta de sillas mecedoras.
—¡Cambia!—La orden llegó fuerte y clara desde el
hombre sobre él. Antes de que pudiera detenerse a razonar la situación, se
encontró obedeciendo.
La piel suave y peluda de la pantera cambio por una
lampiña y de delicioso color chocolate.
—Eres una hermosa presa —sentencio la voz del lobo,
baja y profunda—. Digna de un lobo hambriento
Tommy quiso levantar la cabeza para ver a su captor,
pero un brazo fuerte se lo impidió.
—Déjame ir —exigió la pantera tratando de darle
cierta dureza a la voz, sin lograrlo—. Mi manada me espera del otro lado del
río.
Una risa ronca vibró en el pecho tibio a su espalda.
—Ese es exactamente el problema, estás de este lado
del río. Nadie entra a nuestro territorio sin estar dispuesto a recibir un
merecido castigo.
El miedo comenzó a invadir cada célula del cuerpo de
Tommy.
—¿Qué me harás?
Una mano grande recorrió su costado y llego a la
cadera apretándola.
—Tengo el castigo perfecto para ti… sé cómo vas a
pagarme por haber invadido mi territorio.
Algo muy distinto del miedo tensó el cuerpo de la
pantera, el hombre a su espalda se bajó quedando acostado de lado. Tommy estaba
tan asustado que no podía moverse, cuando lo único que tenía sobre su espalda
era una mano grande que la recorría desde la nuca hasta el comienzo de la curva
de su trasero.
Tommy seguía acostado con la mejilla pegada al suelo
y las manos a los costados de su cabeza. Un temblor recorrió su cuerpo, se
sentía tan caliente que comparado con él, el infierno era una nevera. Desnudo
sobre su vientre, el pene duro se friccionaba contra la hierba.
—¿Cuándo fue tu primer cambio?—La voz ronca del
hombre junto a él preguntó.
—Hace menos de un año —jadeó cuando el hombre plantó
un golpe con la mano abierta en el trasero redondo—. Lo juro.
—Más te vale —gruñó el hombre—. No me gusta que me
mientan… eres demasiado joven, pero es hora de que te hagas responsable de tus
actos.
Tommy decidió que era el momento de correr. «Nunca huyas de un lobo a menos que estés
seguro de que puedes escapar», le había advertido su padre en una ocasión.
Aprovechando que el lobo parecía encantado frotando los globos de su trasero;
sin tiempo para cambiar, se puso de pie y corrió tan rápido como su cuerpo
humano se lo permitió.
En su escape pudo escuchar claramente el aullido
furioso del cambia formas a su espalda, estaba seguro que el chucho no lo
dejaría escapar; la luna era ahora un disco enorme entre los árboles, era
simplemente algo difícil de ignorar. Jadeando saltó sobre un tronco podrido,
esquivó los enormes árboles, sus pies desnudos se resbalaron un par de veces,
no estaban hechos para ese tipo de terreno.
Tommy simplemente no entendía cómo podía llegar a
complicarse tanto un perfecto día de verano. Un paseo familiar se había
convertido en una carrera por su vida; lo peor, era que el resto de la manada consideraba
que estaba durmiendo en su tienda de campaña y no perdido en medio de ninguna
parte, escapando de un enorme canino furioso.
Jadeando se sostuvo de un tronco, las piernas le
pesaban como dos plomos, se dejó caer sobre el suelo sintiendo a la enorme
bestia que caía sobre él, un gruñido profundo y salvaje lleno el aire. Estaba
atrapado.
Bajo la sombra de un gran árbol, que convertía la
noche en una tumba, fue puesto con la espalda sobre el suelo. El lobo estaba
nuevamente en su forma humana, debía medir por lo menos dos metros de alto como
hombre, el cabello largo y rubio le caía hasta los hombros, unos ojos dorados
le miraban airados.
—Eres mío —sentenció con voz rasposa sentándose
sobre la cadera de Tommy—¡Mío!
En ese momento la pantera supo que su destino estaba
sellado, la enorme erección del lobo hombre que presionaba su vientre era clara
pista de cuál sería su castigo. Siendo el menor de una familia de nueve hijos
siempre había sido protegido, una vez se había escapado con un amigo de la
escuela, su hermano mayor lo descubrió cuando por fin iba a recibir su primer
beso. Ahora lo que nunca había entregado sería tomado por la fuerza.
Los grandes ojos verdes de Tommy miraban a su captor
suplicando en silencio lo liberara.Su piel color chocolate contrastaba con el
dorado de guerrero sobre él. El humano en él estaba aterrado, extrañamente la
pantera estaba simplemente curiosa.
—Déjame ir —susurró Tommy—. Por favor… —se mordió
los labios. El hombre podía tomar su inocencia, pero jamás lo sabría por su
boca, jamás.
Una mano grande recorrió su quijada, un gruñido
animal resonó en el pecho del hombre sobre él. A través de los ojos dorados
pudo ver al lobo que observaba atentamente a su presa. Tommy estaba seguro que
de haberse topado a su enemigo en un club nocturno o en la calle, lo habría
perseguido babeando. Una lástima.
El lobo cambia formas bajó su rostro hasta quedar a
milímetros de la boca de Tommy, buscando un beso. El hombre más pequeño apartó
el rostro. Lagrimas brillaban en los ojos verdes de la pantera.
—Has lo que te dé la gana.
Una sonrisa cruel se dibujó en el duro rostro
masculino.
—Eso es precisamente lo que voy a hacer, pequeño
gatito.
Tommy apretó los labios negándose a sí mismo la
opción de suplicar. Era un hombre, no un cachorro, actuaría en consecuencia.
Una lengua húmeda y tibia recorrió su quijada hasta
llegar al lóbulo de su oreja causando un estremecimiento que llegó hasta la
base de su polla, luchando para no tocar el suave cabello del lobo hombre puso
las manos a cada lado de su cabeza cerrándolas en un puño hasta que los
nudillos se le pusieron blancos.
—Sabes tan bien —comentó el desconocido acariciando
sus costillas mientras la boca asaltaba una de sus tetillas haciendo que Tommy
arquera la espalda—¿Quién se hubiera imaginado que los estirados felinos fueran
tan putas?
—¡Aaaah! —Jadeó Tommy al sentir el pellizco cruel en
el pezón que era torturado por la lengua y los dientes del can—¡Déjame!
—Tu boca me pide una cosa —se burló el lobo lamiendo
su camino vientre a bajo—. Mientras tu pene llora por falta de atención.
Tommy estuvo seguro de una cosa, jamás había deseado
tanto y odiado hasta el punto del dolor a otro ser vivo.
—¡Te odio!—chilló cuando sintió los labios alrededor
de su pene.
—Lo noto —comentó el enorme guerrero entre sus
piernas mientras se tragaba la erección de un sorprendido Tommy. Metiendo un
dedo grueso en el culo apretado del hombre más pequeño comenzó con su dulce
ataque a la próstata.
Un gruñido felino rasgó el velo de la noche cuando
después de unos cuantos lametazos se corrió duro en la boca del hombre mientras
ya tenía dos dedos excavando dentro de él.
—¡Ahhhh! —gritó Tommy cuando volvió a ser consciente
de sí mismo después de los espasmos de su primer y real orgasmo; estaba sobre
sus manos y rodillas, con el culo al aire. Antes de que pudiera protestar
sintió como el enorme eje se introducía en él hasta las bolas sin ninguna otra
preparación.
—¡Noooo! —el ardor fue tan intenso que pensó que se
desmayaría, ese hombre era tan grande como un caballo. Arañando la tierra con
sus garras extendidas comenzó a arrancar la hierba desde la raíz al tratar de
escapar nuevamente.
A lo lejos aullidos y gruñidos de lobos se
escuchaban desde la espesura a unos cuantos kilómetros, al parecer estaban en
su propia fiesta. La luna, diosa de los lobos ejercía toda su influencia sobre
los cambia formas llevando a las criaturas hasta un frenesí por encontrar a su
pareja destinada.
Los constantes golpes en su próstata estaban
acabando con la cordura de Tommy. Estaba siendo tomado duro y sin ningún tipo
de contemplación. No sabía si suplicar que se detuviera o que siguiera
follándolo hasta llevarlo a la estratosfera.
Justo cuando sus bolas se estaban pegando a su
cuerpo, listas para desovar su semilla. El hombre más grande a su espalda se
vino fuerte dentro del apretado culo sin importarle en lo más mínimo la
condición precaria de Tommy. Antes de que el nudo se formara y aun destilando
semen el hombre se retiró abandonando a la joven pantera a su suerte en medio
de la espesura del bosque.
Mis mejores deseos para Milagro Gabriel, es una gran escritora y se merece todo lo mejor.
ResponderEliminarEnhorabuena por la publicación de su libro.
Besoss
Hola, como siempre gracias por la recomendación!!! Besos y abrazos
ResponderEliminarMinu gracias por la recomendación, felicidades a Milagro te deseo que te vaya fantastico con el libro.
ResponderEliminarbesos