miércoles, 23 de enero de 2013

LA ODISEA DE LOS LYCANTRIS



Este capítulo es obra de mi amigo Iván, al cual agradezco enormemente su contribución a la historia.

 
CAPÍTULO 2
 
 
Unas semanas antes...

 Se acercaba el solsticio de verano, sólo unos días más y Miyai tendría que encontrarse con las hembras de otra isla Lycantris y elegir una pareja que le durase toda la vida. No pudo repetir un año más lo que ya consiguió en el anterior, cuando alcanzó los 17 años tradicionales para emparejarse. Su padre había sido muy permisivo con él porque lo quería y aunque los ancianos del clan se lo recriminaron, él satisfizo a su hijo.

Pero Miyai en aquel año había conocido a un joven apuesto de su propio clan y aunque sabía como todos que ese tipo de relaciones estaba prohibida por las profecías de los antiguos, él no podía negar el amor que le profesaba a ese joven que tan bien le había tratado en las clases de caza. Estaba dispuesto a todo por él, después de que se juraran amor eterno meses atrás en la noche sagrada de la luna llena.
Zhiron y él iban a plantar cara a todo el clan el día del solsticio y esperaban que aceptaran su amor porque era lo único que podían hacer. Si los mataban, los matarían juntos.

Y llegó el día del solsticio de verano...

-Levántate Miyai, ya es la hora.
Le dijo su padre mientras zarandeaba su cuerpo en la esterilla de paja.
-¿Ya es de día? -dijo medio dormido- me ha parecido la noche mas corta de mi vida.
-Alégrate, si todo sale bien la siguiente noche será la más larga, jajaja. Por Aroun, estoy deseando tener cachorritos arañando y mordiendo por aquí de nuevo -contestó el padre, con una risueña mirada en sus profundos ojos. Miyai le replicó por su parte con una funesta mirada.
Diez minutos después, Miyai salió de su choza y se dirigió a la playa pillando de camino a otros mozos y mozas un año más jóvenes, que también iban a emparejarse.
-¡Miyai, Miyai! ¡espérame!
Una voz sobradamente conocida lo llamaba desde algo más atrás. Era su mejor amiga, Ainoah, una joven botarate que desprendía la energía de dos soles a cada segundo que pasaba. La joven corrió hacia él.
-¡Qué emoción! ¡Estoy deseando ver a los machos musculosos de las otras islas, seguro que están requetebuenos! Tengo que tener una vista estupenda y ser rápida para poder llevarme al mejor. Ha sido un detalle por tu parte esperar un año para que podamos casarnos a la vez, me alegro de que seamos tan buenos amigos. Bueno, ¿y tú cómo estás?
Además de lo dicho, Ainoah tenía por costumbre hablar por los codos y de golpe.
-Estoy bien -respondió Miyai de manera seca y sin dejar de mirar al horizonte.
-Oye, estás muy raro, a ti te pasa algo, ¿estás nervioso? Bueno, ya verás como se te pasa al llegar y ver a los chicas. –dijo Ainoah.
Tras unos segundos de silencio, la muchacha continuó con su cháchara sobre lo que le había pasado el día anterior cuando mordisqueaba un pedazo de emú, mientras se acercaban a la playa donde ya había unas cuantas filas de chicos y chicas del clan mirando al mar.
Al llegar a la playa, Ainoah y Miyai se colocaron uno al lado del otro. La gente estaba distribuida por cuadros, las mujeres en un cuadro y los hombres un poco más alejados en otro. Los padres y parientes de los pretendientes se situaban en filas a los lados y por en medio estaban los ancianos y los organizadores de las formaciones. En el centro adelante, el inmenso mar azul transparente a la espera de las barcas de los Lycantris de otros clanes que ya se acercaban a lo lejos.
Miyai miró nervioso a la columna de los hombres sin mover los pies de donde estaba, no podía romper la armonía del cuadro. Movió su cuerpo intentando alcanzar a ver todas las caras, pero no vio la que esperaba encontrar. No veía a Zhiron y las barcas estaban ya muy cerca.
Los primeros botes fueron llegando y sus ocupantes desembarcando y formando cuadros iguales a los suyos. Delante del cuadro de los hombres se colocaba el cuadro de mujeres extranjeras y delante del de las mujeres, el de los hombres. Media hora después, los cuadros estaban completamente formados y Zhiron seguía sin aparecer. Miyai estaba histérico por dentro y su cabeza no dejaba de dar vueltas sobre si se habría arrepentido su amado o si le había pasado algo grave.
El discurso del anciano jefe dio comienzo:
-Queridos hermanos de la garra, estamos aquí como todos los años para dar comienzo al festival de la primavera eterna de estos prometedores jóvenes que tenemos ante nosotros. Como todos sabéis, esta celebración sagrada es necesaria para que los clanes y la tribu en general, se renueve cada año con los cachorros que nacerán de estas benditas uniones y de paso para aplacar las hormonas de estos traviesos hijos del demonio que son estos chicos, jejeje. -rió con dificultad- Así pues, ¡que dé comienzo el festival!
Los cuadros se fundieron unos con otros y el revoloteo de los jóvenes hablando, riendo y mirándose unos a otros empezó. Miyai caminó hacia atrás, apenas se fundieron los cuadros y Ainoah salió corriendo hacia delante con los brazos estirados, directa a un joven al que había puesto el ojo minutos atrás. Era horrible, los machos ya estaban eligiendo y Zhiron no había aparecido, como tardara más tiempo iba a tener que.. en ese momento alguien le cogió el brazo firmemente mientras él pensaba y miraba a todas partes buscando a su Zhiron. Se sorprendió y al girar la cabeza para ver quien le apresaba vio a una mujer alta y atractiva de las que estaban en primera fila que llevaba comiéndoselo con los ojos desde que llegaron las barcas.
-Ven conmigo, seremos felices juntos- dijo la mujer.
-No estoy disponible, búscate a otro –contestó Miyai mientras trataba por todos los medios de liberar su brazo con amabilidad.
-No seas tan duro, ¿que tengo de malo? -respondió la mujer sonriente mientras cogía el otro brazo de Miyai y se apretaba contra él. De repente alguien sujetó a Miyai del hombro y tiró de él hacia atrás separándolo del estrecho abrazo y haciendo que perdiera el equilibrio y se cayera al suelo. Cuando Miyai miró hacia arriba vio a Zhiron tendiéndole la mano.
Al instante la actividad de las parejas cesó y se formó un círculo alrededor de los dos perturbadores.
-Levántate, amor -dijo Zhiron.
Miyai, loco de alegría, de un salto se abrazó a Zhiron ante las exclamaciones de la gente de su clan..
-¡¿Qué herejía es ésta?! -exclamó el anciano jefe.
-¡Miyai! – gritó a su vez su padre incrédulo cuando vio aquello que acababa de pasar y se abrió paso entre las filas para acercarse algo más a su hijo.
Miyai soltó a Zhiron pero dejó su cara pegada a su pecho y él se adelantó un paso hacia el anciano jefe.
-Así es, Miyai y yo nos queremos, no os sorprendáis tanto. Pensábamos decirlo en esta celebración. Si no aceptáis nuestro amor, sólo podéis darnos la muerte y eso no nos asusta.
Tras un silencio, el anciano jefe dijo:
-Sabéis perfectamente que la unión entre dos miembros de un mismo sexo está condenada por los antiguos. No os podemos dar la muerte, pero os desterraremos lejos de las islas Lycantris y nunca jamás podréis volver.
Los dos enamorados se miraron a los ojos y Miyai asintió levemente. Zhiron volvió la cara hacia el anciano jefe y contestó:
-Así sea pues, nos marcharemos de estas tierras malditas en donde las reglas y el poder están por encima de la libertad y el amor.
-Subid -dijo el anciano jefe señalando a uno de los botes.
La incredulidad de los presentes era general. El padre de Miyai corrió delante de su hijo y lo cogió por los hombros.
-Miyai, ¿qué estas haciendo? No puedes dejar tu vida atrás, no puedes olvidarlo todo por un hombre. No puedes... ...dejarme a mí -dijo con voz muy baja.
-Papá, sé que en estos años te lo he hecho pasar algo mal, cuando no te hacia ningún caso cuando intentabas educarme. La muerte de mamá fue muy dura para los dos y criar a un lobo estando solo, te fue un poco difícil. Por eso te pido perdón pero te ruego que me dejes marchar, pues he encontrado mi destino y estar con él es la única forma de ser feliz desde ahora hasta mi muerte.
El padre de Miyai lo miró a los ojos y lo abrazó con fuerza. Una pequeña lágrima se le escapó por la rendija del ojo.
-Te echaré mucho de menos, lobezno testarudo.
-Yo también a ti, papá -contestó Miyai, llorando abiertamente.
Zhiron y Miyai subieron a la barca. Su padre les dio una bolsa de víveres y un odre de agua. Zhiron se sentó en el bote y cogió los remos mientras Miyai permanecía de pie mirando a su padre. Ainoah salió de entre la muchedumbre llevando de su mano a un apuestísimo joven.
-Mira Miyai, esta es mi pareja, se llama Gact. Siento que esto pase, las cosas no serán igual sin ti -dijo Ainoah muy triste, nunca había estado tan triste.
-Yo también echaré mucho de menos tu compañía, Ainoah y me acordaré de todo lo que hemos pasado juntos.
-Toma mi colgante de la perla negra, es mágico, llévalo siempre y te protegerá.
-Muchas gracias, te prometo que lo llevaré siempre con todo mi cariño -contestó Miyai con un intento de sonreír.
-Navegad en dirección Nordeste y, si los dioses se apiadan de vosotros, tocareis tierra firme en una semana… -habló el anciano jefe.
Miyai se sentó en la barca y Zhiron empezó a remar.
-¡No se preocupe por Miyai, lo protegeré con mi vida! -gritó Zhiron al padre de Miyai cuando estaba ya algo lejos de la orilla.
Cinco minutos después sólo se veía un puntito en el horizonte desde la playa de la isla del clan “Garra plateada” de la raza de los Lycantris.


10 comentarios:

  1. Me encanta lo que escribes, esta muy biennnn, ijijj. besossssssssss

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    1. Muchas gracias, MªLuisa, pero en este caso el mérito es de Iván, yo sólo he corregido algunas cosillas.

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  2. Realmente una buena historia, y una gran manera de explicar el comienzo del viaje de estos dos. Me alegra que estas colaboraciones vuelvan a traer tus otras historias a la palestra, aunque "La Amazona" me tenga enganchada las echo de menos. Muchas gracias.

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    1. Hola, Ilnag. Es cierto que he dejado bastante olvidados los otros relatos, pero intentaré ir actualizando más a menudo. Y ya que te está gustando tanto la Amazona, enseguida pondré un nuevo capítulo de esta historia.

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  3. waaa echo de menos escribir con ivi, es tan listo *-*
    Me encanta la odysea!!

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  4. Pues el siguiente capítulo es cosa tuya, Saito.


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  5. Fina. Hola Ivan Mino, esta genial la historia de los Lycantris, me gusto mucho, gracias por el capituloy por compartir.
    Que todos pasen un feliz fin de semana, chao

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    1. Hola, Fina, me alegro mucho de que te esté gustando, muy prontito saldrá el siguiente capítulo.

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  6. Oh! Así que fue por eso. Muy mal por el clan que los desterró, pero al menos no los ejecutaron por amarse. Que triste tener que abandonar a tu padre y amigos todo porque no aceptan el amor entre dos hombres. Muy buen capítulo!

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