viernes, 18 de enero de 2013

LA AMAZONA



CAPÍTULO 3
  

        El sonido de un trueno lejano me despertó. Abrí los ojos y observé los nubarrones viólaceos que cubrían las estrellas anunciando la próxima tormenta. Muy pronto, las nubes se abrirían dejando caer sobre nosotros ríos de lluvia así que debíamos encontrar cobijo enseguida.

- ¡Lars! -llamé a mi compañero al tiempo que me incorporaba pero sólo el silbido del viento entre las hojas de los árboles me respondió. El lugar donde Lars había estado durmiendo estaba vacío. Me acerqué con rapidez y comprobé que la cuerda que lo había mantenido prisionero estaba rota. Era imposible que él hubiera conseguido romper una cuerda de ese grosor, pero entonces ¿qué clase de criatura había podido acercarse tanto sin que mis agudos sentidos de amazona me alertasen?
 
Me agaché para recoger una orquidea del color de la sangre y maldije mi estupidez. Sin darme cuenta, habíamos penetrado en los dominios de la Dama de la Noche y ahora Lars...

De un salto monté en mi caballo y dándole una palmada en el anca hice que se internara en el bosque a todo galope. Para entonces, la lluvia caía con fuerza y los relámpagos iluminaban la oscuridad haciendo que, por unos instantes, la noche se tornara día.

No había ningún sendero y las zarzas crecían abigarradas por doquier, haciendo el bosque cada vez más impetrable. Después de que mi corcel tropezara un par de veces tuve que refrenarlo por miedo a que se rompiera una pata, pero mi corazón latía con rapidez y mis entrañas se retorcían de angustia. Sabía donde vivía la dama oscura pero ¿llegaría a tiempo?

Al entrar en un pequeño claro, el caballo resopló inquieto y miré alrededor intentando distinguir algo a través de la cortina de agua que me cegaba.

- Calma, Tiere -susurré a mi montura inclinándome para acariciarle el cuello.

Cuando volví a erguirme, alguien fuerte y pesado, se abalanzó sobre mí y ambos caimos al suelo.

El desconocido estaba encima de mí aplastándome contra la tierra mojada y noté su aliento cálido junto a mi oído.

- Tranquila, será sólo un momento -murmuró una voz profunda. Luego, su lengua húmeda mojó la piel de mi cuello, justo donde latía la yugular y unos colmillos afilados empezaron a hacer presión.

Lancé mi codo hacia atrás con todas mis fuerzas y mi atacante se encogió sin aliento. Aproveché ese breve respiro para levantarme y desenfundar mi espada, y sin perder un instante le golpeé con la empuñadura en la sien.

Sabía que eso sólo lo detendría un momento así que rápidamente busqué en mi morral hasta dar con la cadena de Illyar que siempre llevaba conmigo y le até con ella. Después, le subí sobre la silla y seguí caminando hacia la morada de la Dama.

Cuando la lluvia comenzaba a escampar, divisé un antiguo monasterio en ruinas y me dirigí allí sin dudar. Dejé a Tiere y a su carga junto a la entrada y entré silenciosamente. El claustro estaba en ruinas y sólo permanecían en pie algunos arcos y columnas cuyos capiteles tenían labradas escenas eróticas: mujeres haciendo el amor con demonios y seres alados que se apareaban con otros seres de extraña apariencia.

Sin embargo, no me entretuve contemplando dichas escenas porque mi atención se dirigió hacia un par de figuras que estaban en medio del patio.   La más alta, era una hermosa mujer de cabellos de ébano y piel tan blanca que parecía resplandecer en la oscuridad. Iba vestida con una túnica tan fina como si hubiera sido tejida por arañas y a sus pies, sujeto con una cadena, se encontraba Lars. Estaba desnudo y había marcas de arañazos en su espalda y en sus brazos, pero no le miré más que un instante.

- He venido a por él -le dije a la Dama Oscura con firmeza.

Sus ojos, del mismo color que la hierba que crecía a sus pies, me miraron imperturbables.

- ¿Por qué iba a interesarle a una amazona un insignificante humano? -preguntó con una voz melodiosa.

- Eso no es asunto tuyo -contesté apartando un mechón de pelo empapado de mi mejilla.

- El humano es ahora mío -contestó con una leve sonrisa- Así que dame una buena razón para tu demanda o lárgate de aquí.

Sin contestarla, silbé llamando a mi caballo y éste apareció en el patio haciendo resonar sus cascos en los pocos adoquines de piedra que quedaban en el suelo.

- Creo que él también te pertenece -dije señalando la figura atada sobre la silla.

Muy despacio saqué la ballesta y la cargué con una saeta. Luego, apunté, casi con desgana, hacia mi prisionero.

- Entiendo -dijo la hermosa mujer, sin que un sólo rasgo de su rostro perfecto, se alterase- Deseas un intercambio, ¿verdad?

Estaba a punto de contestar, pero una poderosa mano me sujetó por el cabello y tiró con fuerza.

- No te atrevas a amenazar a Triz -dijo otro de sus silenciosos vasallos.

Con un rápido movimiento saqué mi daga de la funda que llevaba sujeta a mi muñeca y corté el mechón de pelo. A continuación, mi ballesta apuntó a mi contrincante.

- La punta es de plata y el astil de la más dura madera de tejo -le informé con voz tranquila- Ya sabes, ese árbol sagrado de los druidas y mortal para cualquier criatura de la noche.

- Ya basta, Deu -dijo de pronto Triz con tono hastiado- Yo arreglaré esto con la amazona.

El vampiro, me miró desafiante unos momentos y luego, se apartó.

- ¿Sigue siendo él mismo? -pregunté a la Dama oscura señalando con la cabeza hacia Lars.

- Sólo le he mostrado un poco de lo que habría podido disfrutar en mi compañía - respondió con una sonrisa burlona.

- Sí, seguro que le hubiera gustado mucho ser tu mascota hasta que le hubieras consumido por completo.

- El placer infinito que habría obtenido, quizá hubiera hecho que mereciera la pena -repuso mirando a su cautivo con lascivia.

En mi mente aparecieron imágenes de Lars postrado en el suelo, lamiendo los pies de la vampira. Después, le ví sobre una mesa, completamente desnudo y rodeado de Triz y los otros dos vampiros. Todos estaban inclinados sobre él bebiendo con avidez la sangre que brotaba de los arañazos de su pecho como si fuera el plato principal de un macabro banquete.

- Es hora de acabar con esto -dije apartando las imágenes que inundaban mi cerebro. No podía permitirme permanecer más tiempo allí porque en cualquier momento el poder de la vampira se abatiría sobre mí y yo no era lo bastante poderosa para rechazarlo durante demasiado tiempo- Suelta a Lars y yo haré lo mismo con tu compañero.

- Antes, dime por qué te interesa tanto este humano -dijo ella impasible.

Dudé un instante y por primera vez desde que había llegado mi mirada se cruzó con la de Lars.

Ha probado mi sangre -dije al fin.

- Vaya - exclamó la vampira asombrada- Esto es más sorprendente de lo que suponía.

La miré fijamente a los ojos, y al final ella hizo un ligero gesto de asentimiento y soltó la cadena que aprisionaba a Lars. Entonces, me acerqué a mi montura y tiré del vampiro hasta que cayó al suelo. A pesar de que no había dicho nada, estaba consciente y me miró con furia mientras le quitaba la cadena hechizada. Luego, me acerqué a Lars, le puse una capa sobre los hombros y le ayudé a subir al caballo. Cogí las riendas y me volví de nuevo a mirar a la Dama de la Noche.

- Adios, dama oscura -dije inclinando ligeramente la cabeza- Retén a los tuyos si no quieres perderlos.

- Tú, maldita zorra engreída... -empezó a decir lleno de rabia, el vampiro al que había capturado.

- Silencio, Hiko -le cortó la vampira.

- Nadie te seguirá, amazona -dijo después con voz suave.

Me alejé del oscuro monasterio sin mirar atrás, segura de que la Dama oscura cumpliría su promesa y me encaminé hacia un pequeño poblado que había al otro lado del bosque.

Allí, busqué una posada y después de dejar en manos del mozo a mi montura, subimos a la única habitación que estaba disponible.

- ¿Por qué me has salvado? -preguntó Lars sentándose sobre el catre de paja.

- Por curiosidad -respondí sonriendo- Aún no me has contado qué querías hacer en Tornor.

- Mm -rezongó el joven, mirándome de reojo- ¿Qué significa para ti el que haya probado tu sangre?

Le puse un dedo sobre los labios para que guardara silencio.

- Aún no es el momento.

Luego, me incliné y le besé con ternura. Le quité la capa e hice que se tumbara sobre el jergón.

- ¿Quieres que te haga olvidar el placer que te dio la dama oscura? -susurré en su oído.

- Lo estoy deseando -suspiró con laxitud.

Me incliné sobre él y comencé a lamer los arañazos que cubrían su pecho. Ya no sangraban pero aún pude notar el gusto metálico de la sangre en mi paladar. Mis dedos enredados en sus cabellos, tiraban suavemente hasta alisarlos y luego volvían a enterrarse en ellos.

Lamí cada centímetro de su piel y después, me acerqué a su boca entreabierta para besar sus labios y saborear su lengua húmeda y caliente. Una de mis manos bajó hasta su pene y comenzó a acariciarlo, rozando suavemente la punta con el pulgar. Su miembro comenzó a erguirse casi de inmediato, y yo continué frotando cada vez con más energía. Luego, hice que cambiáramos de posición de forma que yo me tumbé sobre el jergón y él sobre mi cuerpo. Entonces, él puso la polla entre mis dos senos y yo los apreté contra ella. Sus movimientos se fueron acelerando poco a poco, al tiempo que mis pechos le apretaban cada vez más. Los suspiros de placer, surgieron incontenibles de su garganta, pero antes de que llegara a correrse, le besé la punta del pene y le aparté.

Abrí las piernas y le mostré mi vulva palpitante de deseo y él me penetró con una fuerte embestida.
Luego, comenzó a moverse en mi interior acompañado por el vaiven de mis caderas. Su cabeza apoyada en mis pechos, se alzó unos centímetros para introducir uno de mis pezones en su boca y comenzar a chuparlo con fruición. Mientras, mis manos le acariciaban la espalda y las nalgas, haciendo dibujos en ellas con la punta de los dedos.
El sudor corría por nuestras pieles calientes, y el movimiento de nuestros cuerpos seguía el mismo compás de una música inaudible para todos, excepto para nosotros.
Sus embestidas se hicieron cada vez más bruscas, más profundas y, al mismo tiempo, los músculos de mi vagina, le apretaban con más fuerza intentando impedir que abandonara mi interior. Le acaricié los testículos con suavidad y los empujé hacia adentro para que llenaran por completo mi vagina excitada y llena de flujo y Lars gritó de placer al sentirse totalmente dentro de mí. 
Cuando noté la rigidez de su cuerpo, le introduje dos dedos en el ano, y busqué el punto de placer en su interior, para que el orgasmo fuera lo más intenso posible. Su suspiro de éxtasis al derramarse en mi vagina, me hizo comprender que había conseguido mi objetivo y sonreí satisfecha antes de que mi propio orgasmo me inundara haciendome gemir, a mi vez, de puro deleite.

Después de un momento, en el que los dos descansamos sin decir nada, Lars se incorporó sobre mi pecho y me miró a los ojos.

- Ni siquiera sé tu nombre -dijo con asombro.

- Miyu -sonreí y deposité un suave beso sobre su nariz.


12 comentarios:

  1. Cada vez más interesante, y caliente. Un gran capítulo, sigue así, esperaré impaciente el siguiente. Y muchas gracias por compartir tus historias.

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    1. Gracias Ilnag, no sabes cuánto me animan tus comentarios. Enseguida subiré el siguiente.

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  2. Fina. WUAO que capitulo, gracias por compartir.

    Que pasen todos un maravilloso fin de semana, chao

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    1. Gracias, Fina. También te deseo un estupendo fin de semana.

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  3. Hola, Feliz fin de semana, hasta pronto :)

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  4. Fina. Que pasen una feliz semana, gracias por su trabajo, chao

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  5. Hola, se que no me paso por aqui, pero queria hacerte participe de la campaña "fomentando la lectura" te dejo la entrada donde estan las bases para que esta campaña se expanda~ y por cierto hermosa historia, se ve muy interesante!! *-*

    http://fujoshismo-en-accion-a-full.blogspot.com/2013/01/nunca-permitire-que-me-dejes.html

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    1. Hola, Yukima, gracias por la nominación. Ahora mismo me pongo a pensar mis nominaciones y el libro para recomendar, aunque no sé si voy a poder decidir uno sólo.

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  6. muy bueno este capitulo y cada ves mas interesante, esperando ya el siguiente capitulo

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  7. Gracias, enseguida pondré el siguiente.

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