martes, 18 de septiembre de 2012

LA TORRE NEGRA

 
 
CAPÍTULO 3
 

Ric abrió lentamente los ojos cuando la luz del amanecer acarició su rostro. Estaba desnudo bajo la suave sábana de la cama donde había despertado la vez anterior y el joven dejó escapar un gemido de angustia al recordar lo sucedido unas horas antes. Se incorporó con cuidado, esperando sentirse dolorido, después de la forma brutal en la que Damien lo había poseído. Sin embargo, no sintió ningún dolor, solamente notaba el ano y el recto dilatados como si la polla del vampiro aún continuase ahí y ese pensamiento hizo que su pene se endureciera de nuevo.

Sin poder evitarlo, su mano se arrastró hasta la verga ya empalmada y comenzó a acariciarse mientras los recuerdos de la noche anterior asaltaban su mente. Volvió a escuchar la profunda voz de barítono del vampiro y sintió esas manos, grandes y fuertes, recorrer su piel desnuda haciendo que su cuerpo se estremeciera de necesidad. La mano del joven se movía con un ritmo cada vez más frenético acariciando arriba y abajo la polla, brillante bajo la tenue luz por la humedad que resbalaba desde la rajita de la uretra. Cuando su cuerpo se convulsionó con el arrebatador placer de su orgasmo, el nombre del vampiro brotó irrefrenable de sus apretados labios. Entonces, por fin, su cuerpo se relajó sobre la cama pero enseguida, sus mejillas se tiñeron de rubor al darse cuenta de lo que acababa de hacer y sacudió la cabeza intentando despejarla.

—Cómo puedo sentir tanta excitación al pensar en Damien. ¿Qué hay de malo en mí? ¿Por qué no puedo odiarlo como haría cualquier otro hombre? —murmuró en voz baja, atormentado. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla hasta perderse entre sus cabellos y Ric se la secó con brusquedad.

En ese instante, tuvo la sensación de que alguien estaba mirándolo y sus ojos recorriendo alarmados la habitación. Todo estaba igual a como lo recordaba, el viejo escritorio lleno de libros, el baúl donde había guardado el morral con todas sus posesiones y la palangana junto al ventanal cubierto por visillos de tupida tela. Estaba a punto de lanzar un suspiro de alivio cuando sus ojos se detuvieron en una de las altas vigas del techo y un par de relucientes ojos se clavaron en los suyos.

Por un momento, creyó que era Zhaoran en su forma felina, pero cuando la criatura que había estado observándolo,  se movió con una velocidad prodigiosa bajando de la viga y escapando de la habitación por la puerta entreabierta, Ric pudo vislumbrar un cuerpo delgado cubierto por un pelaje tan blanco como la nieve. Se levantó rápidamente de la cama y se asomó por la puerta mirando a ambos lados del corredor, pero estaba vacío.

Con un suspiro de frustración se acercó a la palangana llena de agua que estaba junto a la ventana. Se lavó lo mejor que pudo y luego, se puso la ropa que alguien había dejado cuidadosamente doblada sobre una silla.

Estaba terminando de arreglar la cama, cuando un suave golpe en la puerta, lo sobresaltó.

—Adelante —dijo lanzando la almohada hacia la cabecera.

La puerta se abrió lentamente y un joven desconocido entró en la estancia. Sus cabellos cortos y ensortijados eran tan claros y brillantes que parecían de plata bruñida y sus ojos eran de un azul casi traslúcido. Ric habría pensado que era albino, pero su piel no era blanca sino de un tono dorado oscuro, lo cual hacía que el contraste con sus ojos y cabello fuera aún más sorprendente.

—Damien quiere que te reúnas con él en el comedor —dijo el joven con un tono amable.

Ric simplemente asintió y se dirigió a la puerta, pero cuando pasó por delante del muchacho, éste lo sujetó con fuerza del brazo deteniéndolo.

—Escucha, Ric —dijo en un susurro apremiante. —No dejes que él te doblegue, no permitas que te convierta en su esclavo.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Ric asombrado. —Yo no puedo resistirme, sus poderes son…

—No —lo interrumpió el otro sacudiendo la cabeza. —Sus poderes son sólo sugestión. Damien puede penetrar en tu mente y manipularla para hacer que experimentes cualquier cosa que él quiera. Pero no podría hacerte sentir verdadero placer físico si tú no lo desearas también.

—¡Eso no es verdad! —exclamó Ric sintiendo cómo su cara y cuello enrojecían violentamente. —Yo jamás me hubiera excitado con esas monstruosidades si él no me hubiera obligado.

—Damien no te obligó a gritar su nombre cuando te masturbaste hace un momento —dijo el muchacho con voz suave

—¿Qué demonios… —empezó a decir Ric pero se detuvo cuando la verdad se abrió paso en su cerebro —Eras tú… Tú me estuviste espiando.

—Lo siento —musitó el joven rubio bajando los ojos. —Sentí curiosidad. Zhaoran me dijo que no eras como los otros y quise conocerte.

—¿Quién eres? —inquirió al cabo de unos segundos. —¿Eres un sirviente?

—No

—¿Otro amante de Damien?

—No —susurró con la voz quebrada. —Soy Yuri, es lo único que necesitas saber sobre mí.

—¿Qué has querido decir con eso de que no soy como los otros?

—No has reaccionado de la misma manera que los anteriores esclavos de Damien —respondió Yuri mirándole con intensidad. —Quizá aún haya una pequeña esperanza para todos nosotros.

Ric le miró perplejo pero el muchacho de cabellos dorados simplemente sacudió la cabeza negándose a responder a su muda pregunta.

—Vamos, no debemos hacer esperar a Damien. —dijo después de unos instantes haciendo un gesto para que lo siguiera.

Atravesaron un largo corredor adornado con extrañas pinturas del firmamento nocturno. En todas ellas aparecía la luna en sus diferentes fases y las constelaciones reproducidas con meticulosa perfección. Ric estaba seguro de que cada una de las pinturas era un fiel reflejo de una noche en concreto y se preguntó si Damien sería el autor de todos esos cuadros pero no se atrevió a preguntarle a Yuri y lo siguió en silencio hasta el comedor.

La sala estaba iluminada por una enorme lámpara de araña que se alzaba sobre una amplia mesa de roble tallada con el dibujo de una hiedra. Doce sillas se alineaban en torno a la mesa y sentado en la cabecera estaba Damien con Zhaoran a su derecha. Dos jóvenes sirvientes estaban colocando sobre la mesa platos llenos de carne asada, queso, humeante pan y un sinfín más de deliciosos alimentos y Ric se sintió casi desfallecer por el hambre que repentinamente lo asaltó.

—Veo que os habéis tomado vuestro tiempo —dijo Damien lanzando una mirada aguda a Yuri.

—Lo siento —susurró éste sentándose al lado de Zhaoran.

—Creo que he dormido más de la cuenta —se disculpó Ric sentándose a la izquierda de Damien.

—Sí, no fue muy considerado por mi parte agotarte hasta tal extremo —convino su anfitrión con una sonrisa irónica.

Ric apretó los puños con fuerza al sentir su rostro enrojecer.

 —Esos cuadros del corredor ¿los has pintado tú? —preguntó intentando alejar las miradas de Zhaoran y Yuri de su ruborizada faz.

—Así es ¿te gustan? —preguntó a su vez Damien con un atisbo de interés en la mirada.

—Has debido pasar mucho tiempo contemplando el cielo para poder pintar esas estrellas con tanto detalle.

El vampiro soltó una carcajada divertida.

—Eres una persona muy observadora, Ric —dijo dejando sobre la mesa la taza que sostenía en sus manos para reclinarse hacia atrás en su silla. —Me apasiona la astronomía y es cierto que le dedico bastante tiempo.

—¿Pero qué tenían de especial esas noches para que quisieras reproducirlas de una manera tan exacta? —preguntó Ric sin poder contener su curiosidad.

Los ojos de su anfitrión se llenaron de cólera y el joven se dio cuenta de que había cometido un terrible error.

La tensión que emanaba del rígido cuerpo del vampiro pareció envolver la habitación en un instante haciendo que Zhaoran y Yuri, que habían estado conversando entre ellos en voz baja, alzaran la cabeza alarmados.

—¿Acaso crees que voy a hablar sobre mis motivaciones con un simple esclavo? —Ric sintió que el aire desaparecía de sus pulmones cuando la gélida mirada de Damien lo atravesó. —No olvides que solamente tolero tu presencia por el placer que puedes proporcionarme.

—Ric, ¿has probado el faisán asado? —intervino Yuri intentando aligerar el ambiente. —Está realmente delicioso.

El joven miró agradecido al muchacho rubio y se sirvió una loncha de carne del plato que le acercó Zhaoran.

Durante unos momentos, comieron en silencio saboreando las exquisitas viandas pero luego, volvió a sentir la oscura mirada de Damien sobre él y cuando alzó la cabeza se encontró con la sonrisa sardónica que estiraba los labios del dueño de la torre.

—Creo que es el momento de que nuestro huésped deguste otro tipo de delicias —dijo dirigiéndose a Zhaoran y Yuri.

El joven de ojos verdes asintió sonriendo ligeramente, mientras que su compañero sólo sacudió la cabeza y desvió la mirada con gesto contrariado.

—De hinojos —ordenó con voz tranquila, sin el menor rastro de su anterior ira. —Quiero que gatees por debajo de la mesa y nos des placer a cada uno de nosotros con esa lengua tan habilidosa que tienes.

Como las otras veces, su cuerpo respondió de inmediato a las órdenes de su amo y derribando la silla, se arrodilló sobre la alfombra de espesa lana gris que cubría el suelo. Pero en esta ocasión, Ric intentó resistirse con todas sus fuerzas. Apretando los puños y mordiendo con fuerza sus labios luchó contra el influjo del vampiro hasta que su frente se cubrió con gotas de sudor que lentamente resbalaron por sus sienes o se detuvieron en sus oscuras cejas.

—No vas a volver a humillarme —consiguió susurrar entre sus labios apretados. —Aún no has cumplido tu parte del trato.

Damien alzó las cejas divertido.

—Así que piensas que no estoy siendo justo contigo —dijo en tono burlón. —Dime qué es lo que deseas saber.

—Sin duda querrá aprender este truco tuyo para dominar la mente de los demás —intervino Zhaoran con una risa ligera. —De esa forma podrá ser poderoso entre los suyos.

Ric negó con la cabeza sintiendo crujir los huesos de su cuello por el esfuerzo.

—¿No? Entonces quizá te inclines por algo más material… ¿deseas saber cómo convertir la fría piedra en oro? —inquirió Damien. Sus labios estaban retorcidos en una mueca de desprecio.

El joven volvió a negar sintiéndose a punto de desfallecer.

—Yo… quiero… —intentó hablar pero sus fuerzas habían llegado a su límite y no pudo seguir.

—Ni tú mismo sabes lo que quieres —dijo el vampiro con tono displicente. —Hasta que lo sepas, haz lo que te he ordenado.

Los ojos negros de Damien se clavaron con tal intensidad en los suyos que los últimos retazos de resistencia que le quedaban se esfumaron como el humo de las velas que iluminaban la estancia.

Ric se apoyó sobre las manos y se arrastró debajo de la mesa. Se colocó entre las piernas de su dueño y lentamente desató los cordones que sujetaban sus pantalones de piel de gamo.

El grueso pene del vampiro sobresalió ya enhiesto y Ric lo tomó en sus manos acariciándolo suavemente antes de introducir el glande en su boca. Su lengua recorrió muy despacio la corona, sintiendo cómo se endurecía aún más y luego fue introduciendo la polla más profundamente en su garganta mientras su mano presionaba con firmeza el tronco. La boca del muchacho succionando una y otra vez  consiguió arrancar un gemido de placer de los labios de su dueño y, poco después, paladeó con la lengua la caliente semilla que se derramó sobre ella, al mismo tiempo que las manos del vampiro se clavaron en sus hombros en un agarre que le hizo gemir de dolor. Después, Ric volvió a introducir el pene, ya fláccido en los pantalones del vampiro y se acercó a Zhaoran.

El joven ya se había desatado sus pantalones y su mano estaba dentro de ellos acariciando su pene. Cuando sintió la mano de Ric sobre la suya, la retiró y la colocó sobre los cabellos color canela del joven esclavo.

Los labios de Ric se cerraron formando un anillo en torno a la cabeza enrojecida del pene de Zhaoran y presionaron ligeramente dejando que el joven semihumano lo moviera hacia dentro y hacia afuera penetrando cada vez más profundamente en su garganta. Como era de tamaño más pequeño que el de Damien, Ric no tuvo problema en acogerlo en su cálida boca e incluso consiguió rozar con la punta de la lengua toda su longitud mientras seguía entrando y saliendo en un ritmo cada vez más acelerado. Por fin, la mano que sujetaba sus cabellos tiró de ellos con fuerza mientras su cadera se elevó dando un último empujón que hizo que la verga chocara con la parte posterior de la garganta de Ric al tiempo que expulsaba el esperma y haciendo que casi se atragantara. Sin embargo, se recuperó enseguida y con un espasmo de la faringe consiguió tragar todo el semen.

Por último, se volvió hacia Yuri, pero antes de que pudiera poner sus manos sobre él, la silla fue empujada hacia atrás con brusquedad.

—No pienso participar en esto —dijo el joven de ojos claros con voz tensa.

—No es necesario que te vayas, Yuri —repuso Damien con voz sosegada. —Ric no hará nada que tú no desees.

Al oír esas palabras, el joven respiró aliviado. Yuri era el único que se había mostrado amable con él y le habría sabido mal chuparle la polla porque su amo le estuviera forzando a ello.

La voz del vampiro volvió a resonar en la sala, pero esta vez el tono se había vuelto imperioso al dirigirse al joven esclavo.

—Desnúdate.

Esas palabras hicieron que un escalofrío recorriera el cuerpo de Ric pero comenzó a quitarse las ropas sin el menor rastro de vacilación. Mientras tanto, Damien apartó los restos de su almuerzo con una mano al tiempo que alcanzaba una jarrita de cristal llena de aceite.

—Ahora ven aquí y súbete a mi regazo —le ordenó cuando estuvo completamente desnudo. Mientras le obedecía Ric observó que la enorme polla del vampiro estaba otra vez empalmada y se asombró del poder de recuperación del otro hombre.

Una vez el joven estuvo montado a horcajadas sobre el regazo del hombre más mayor, éste apoyó la palma de su mano sobre su espalda desnuda para hacer que se inclinara sobre la mesa mientras que con el otro brazo le rodeaba las caderas para levantarle el trasero.

—Apóyate sobre la mesa —le indicó mojando dos dedos en la jarrita de aceite. Ric puso los brazos sobre la mesa de madera y reclinó la cabeza sobre ellos agradecido de no tener que ver las expresiones en los rostros de Zhaoran, Yuri y los dos sirvientes que, en ese momento, estaban recogiendo la vajilla que habían utilizado en el almuerzo.

Sintió los dedos de Damien penetrando con fuerza en su ano y Ric gimió suavemente cuando comenzó a moverlos en su interior, doblándolos y abriéndolos en tijera para estirarlo. Después de unos instantes, se retiraron y el joven sintió las contracciones de su esfínter pidiendo ser llenado de nuevo.

—Siéntate sobre mi polla —le susurró al oído con esa voz profunda y sensual que hacía que se estremeciera hasta la última fibra de su ser.

Las manos de Damien le sujetaron las nalgas abriéndoselas y Ric empezó a descender sobre la polla sintiendo cómo el duro mástil se abría paso a duras penas en su recto. Al fin penetró del todo y el joven se sentó sobre los fuertes muslos del vampiro notando cómo su interior se expandía hasta casi el límite para poder albergar la gruesa polla. Entonces, comenzó a cabalgarle con movimientos cadenciosos que se fueron haciendo cada vez más rápidos y profundos según pasaban los segundos. Los labios de Damien recorrían su cuello lamiéndolo y mordisqueándolo mientras que una de sus manos le pellizcaba los pezones y la otra sujetaba firmemente su cadera manteniéndole en su sitio.  

—Ahhh —gimió Ric cuando la punta de la polla se apoyó con fuerza en su punto de secreto placer y sus movimientos se hicieron más salvajes, casi frenéticos. La mano de Damien por fin se apoderó de su polla que estaba rezumando fluido pre-seminal y comenzó a masturbar al muchacho haciendo que los jadeos que escapaban de la boca entreabierta se convirtieran en quejidos de indescriptible placer.

Ric perdió la noción del tiempo en medio del frenesí y comenzó a gritar sin el menor pudor, olvidando completamente la presencia de los demás hombres en la sala. Sólo era consciente de ese enorme pedazo de carne entrando y saliendo de sus entrañas y llevándole hasta el borde de la locura.

Cuando pensó que no iba a poder soportarlo más, los colmillos del vampiro se clavaron en la parte posterior de su cuello, justo por debajo de sus cortos cabellos castaños y todo su cuerpo se arqueó en la violenta convulsión del orgasmo. Su esfínter se contrajo con fuerza provocando que Damien se corriera a su vez lanzando tal cantidad de esperma que rebasó y se deslizó hacia fuera del ano mojando sus nalgas y los muslos del vampiro.   

—Damien… —el nombre escapó de los labios de Ric en un trémulo suspiro cuando la frente del vampiro se apoyó en su espalda temblorosa.

8 comentarios:

  1. ahhhhh esta interesante y con mucha intriga esperando el cuerto :)

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    1. Hola, Teru, me alegra que te guste. Ya he empezado el cuarto capítulo y espero no tardar mucho en ponerlo. Gracias por comentar.

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  2. Madre mia! tengo el ordenador ardiendo, esta historia es super caliente, me encanta.
    Gracias minu por este fantástico relato

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  3. XD!! Me encantaaa, es buenísimo y muy calienteee!! No puedo esperar a saber que más cosas le van a suceder al pobre de Ric ¡es un decir!! y que nuevas ideas retorcidas se le ocurrirán a Damien, éste vampiro tan sexiii.... Oohhh! ¿Pero que me has echo? Ya te dije que no tenía paciencia para leer por capítulos y ahora me tienes aquí, super enganchada y subiéndome por las paredes jajaja Por favor ¿para cuando el próximo? Se buena y apiádate de nosotras. Gracias y miles de besoss guapísima

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    1. Holaa, Pilarín. Jajaja, me alegro de que te hayas enganchado a la historia, aunque lo cierto es que a mí tampoco me gusta leer por capítulos. No te preocupes, porque el cuarto capítulo no tardará, lo tengo ya a medias. Besossss.

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  4. Hoooooo que gran historia y ya me quede sin ningun capitulo,que nervios por saber quien es quien,me refiero ha Yuri que le es a Damien ummmmmmm,bueno lo tendre que descubrir poco ha poco,me encanta como escribes y transmites Minu es increible como atrapa y no quieres dejar la historia,bueno no se si me expreso bien pero es delicioso leerte y ya te digo que no suelo divagar tanto asi que seguro mis demas comentarios seran mas cortos pero con mucho sentimiento y cariño,graciasss y besossss...

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    1. MLuisa, muchas gracias. Intentaré acabar cuanto antes el cuarto capítulo para que no te entren los nervios, jajaja. Besoss.

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