jueves, 6 de septiembre de 2012

EL LABERINTO



CAPÍTULO 1
 
 

Pensó que iba a morir. Varias veces había intentado romper las ligaduras que lo mantenían atado al tronco del árbol pero eran demasiado resistentes y él estaba exhausto.

No tenía ninguna posibilidad de escapar pues pronto oscurecería del todo y los lobos, que ahora dejaban oír sus aullidos en la lejanía, vendrían a por él. Bajó la cabeza agotado, siempre creyó que moriría en combate pero atado de pies y manos como estaba poco podría hacer para defenderse del ataque de los feroces lobos.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó una burlona voz.

Aristión alzó la cabeza con esfuerzo y, entre las ramas de un alto árbol, descubrió a un joven vestido con un traje de vivos colores que le sonreía con guasa.

—Claro que sí ¡Suéltame! —respondió con voz ronca.

El joven bajó ágilmente al suelo y comenzó a desatar las tiras de cuero que sujetaban las piernas del guerrero. Después, empezó a soltarle las de las muñecas pero de pronto se detuvo.

—¿Por qué te paras? Continúa —le urgió Aristión.

—¿Cómo sé que no eres un asesino? Si te suelto a lo mejor lo primero que haces es matarme.

—No soy ningún asesino —repuso el guerrero con paciencia. —Mis enemigos me ataron aquí para que muriera lentamente. Te doy mi palabra de que jamás he matado a ningún inocente.

El muchacho vaciló un momento pero luego sonrió. Su vida siempre había estado llena de peligros así que se encogió de hombros y terminó de desatar al guerrero.

Éste se tambaleó y se derrumbó en los brazos de su joven salvador que, incapaz de sostener su peso, dejó que se deslizara suavemente hasta el suelo.

—¿Estás herido? —le preguntó inquieto.

—Son heridas sin importancia —respondió Aristión con voz débil. —Sólo estoy agotado. ¿Quién eres?

—Me llamo Sándalo —respondió el joven. —Soy juglar y saltimbanqui, entre otras cosas.

—Te debo la vida —dijo el guerrero. —Nunca lo olvidaré.

Sándalo cogió el odre de agua y le ayudó a beber.

—No tiene importancia. Sólo te he desatado, no creo que haya hecho falta mucho valor para eso.

—Podías haber pasado de largo.

—No soy capaz de dejar a alguien indefenso en medio del bosque -sonrió el juglar- ¿Tienes hambre?

—Estoy desfallecido —rió suavemente Aristión.

2 comentarios:

  1. Es muy pequeño el capitulo! Yo creia que seria algo como el laberinto del fauno pero en version erotica.. jajajaja

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    1. Jajaja, no, es más bien de fantasía de la más típica. Y sí, es cortito pero todo se andará. Besosss.

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